Al atardecer
fui a tu encuentro,
tan sólo las olas del mar
me acariciaron.
Te miré a los ojos…
ya no eran los míos,
se habían ahogado
bajo los hechizos
de aquellas sirenas…
de aquellos sonidos
que…en ocasiones,
llegaban hasta tu ser,
arrastrados por el viento,
desde las profundidades de un mar…
que yo sentía enemigo.
Te dejaste llevar por la magia,
esa belleza aparente…
tan sólo un rumor ficticio.
Todo cuanto pretendían
era llevarte consigo
a lugares tan remotos
que…ni siquiera
al rozarte la mano,
conseguí… que despertases
y te vinieses conmigo.
M. Pilar Campos